Las estufas de pellets: lo que no siempre nos cuentan

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Las estufas de pellets se han convertido en un objeto de moda. La razón principal es que, efectivamente, aportan un valor tanto de ahorro como de energía limpia, porque el material que utilizan para la combustión es altamente ecológico.

Sin embargo, siendo ciertas estas razones, hay que evitar perder la cabeza y atribuir a las estufas de pellets valores que no tienen.

El combustible de las estufas de pellets

Los pellets, que sirven también para dar nombre a las estufas que los queman, son pequeños fragmentos de serrín de madera, que se comprimen a alta presión. Esta alta presión les aporta también una gran densidad, por lo que se produce con ello un combustible muy potente, con una gran capacidad de generar energía.

Su valor ecológico es también indiscutible, ya que suelen obtenerse de maderas de fácil crecimiento, maderas recicladas o, incluso, de restos leñosos extraídos del mantenimiento de los montes. Por estas características, forma parte destacada de los llamados combustibles de biomasa. Para ligar estos restos, no se utilizan productos sintéticos, como ocurre por ejemplo en los tableros aglomerados. Se emplea la lignina que es una sustancia natural proveniente de la propia madera y de las fibras vegetales. En el reino vegetal esta lignina sirve para dar dureza y consistencia leñosa a las plantas.

Desde el punto de vista económico, también hay que hablar a favor de las estufas de pellets. Los pellets son un combustible que, según los estudios, mantiene su precio bastante estable en los últimos tres años (Fuente: Avebiom) y no parece que vaya a variar en esa tendencia. Ahora mismo, 1 KW de energía producida por biomasa (comprada  en sacos) cuesta en torno a 4,50 €, frente a los 5,03 de una bomba de calor de aire acondicionado, 5,75 del gas natural, 8,78 de una caldera de gasóleo, o los 15,09 que de promedio viene a costar la calefacción eléctrica (Fuente: «5 días»).

 ¿Cómo se eligen las estufas de pellets?

Los fabricantes de las estufas de pellets no presentan todavía hoy una información que permita sopesar claramente qué equipos proporcionan una gestión más eficaz de la potencia y del apagado y encendido. Sí que es más fácil encontrar información fiable respecto de su programación para adecuarlos a las necesidades del usuario.

Además de otros factores, como es el de la seguridad o el de que cuenten con un fácil mantenimiento y limpieza, cuando compras una estufa de pellets tienes que tener en cuenta si tiene elementos para facilitar la distribución del aire caliente y su movimiento por la zona a calefactar.

Pero donde suele haber más problemas es en el dimensionamiento de la potencia de los equipos. Cuando vas a comprar, lo normal es que te pregunten la superficie que tienes de casa y lo multipliquen por un coeficiente. O, más sencillo aún, te dicen que para una casa de más de 90 metros te lleves una estufa de pellets de 14 Kw y para una casa más pequeña, una de entre 7 y 11Kw, dependiendo de las condiciones climáticas.

Las estufas de pellets y la distribución del aire caliente

Aunque esos datos se ajustan a una realidad estadística, tú no debes perder de vista que el calor de la estufa sólo te va a llegar a los espacios que alcance su impulsión de aire caliente. El aire caliente generado por una caldera de pellets no recorre pasillos ni entra por su cuenta en las habitaciones sin que haya una corriente de aire o, mejor aún, conductos que lo transporten. Por lo tanto, el área que debemos considerar es sólo aquel al que va a llegar de forma efectiva el aire caliente.

Por otra parte, la potencia necesaria no depende de los metros cuadrados, sino de los metros cúbicos que debes calentar unido a otros factores como son la zona climática o el nivel de aislamiento de tu vivienda. Para calcular estos factores, tienes distintas páginas en Internet.

La instalación de una estufa de pellets

Si bien la instalación de una estufa de pellets no tiene una gran complejidad, sí que debes tener en cuenta que ésta requerirá atravesar el muro para subir la chimenea o conducir el tubo a través de una chimenea de obra ya existente.

En cualquiera de los casos, el conducto, que tiene 80 mm de diámetro, debe subir siempre por encima del tejado o de la azotea y superar en 50 cm esa cota. Eso es así incluso cuando se instala por el interior de una chimenea. Para su buen funcionamiento, no escatimes en el tubo, especialmente en zonas frías. Y pide siempre uno que evite las condensaciones, como los de acero de doble capa. También es importante que en el codo inferior dejes un registro para poderlo abrir y limpiar las cenizas o deshollinar.

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